sábado, 23 de abril de 2011

Resurrección de Jesucristo



¡Allelúia, Allelúia. Pascha nostrum immolátus est Christus!

Resurréxit et adhuc tecum sum, allelúia: posuísti super me manum tuam, allelúia: mirábilis facta est sciéntia tua, allelúia, allelúia. Dómine, probásti me, et cognovísti me: tu cognovísti sessiónem meam, et resurrectiónem meam.



Nuestro Señor Jesucristo resucita, vence a la muerte, El comparte su victoria y la vida eterna con nosotros, según su voluntad, de que el pecador se convierta, crea y viva según esa creencia, para así, sea salvado

Recordamos la frase de San Agustín

"Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti"

y lo que escribe San Pablo

"Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)

http://tradicionypatria.blogspot.com/2011/04/surrexit-dominus-vere-alleluia.html

sábado, 16 de abril de 2011

El Triduo Sacro

El Jueves Santo, el Viernes Santo y el Sábado Santo forman el Triduo Sacro. Son los días de la Semana Santa, de la semana más importante de la historia de la humanidad. Porque para nada hubiera servido la creación si no hubiera habido la salvación.
Cristo se hizo nuestro Cordero que carga con nuestros pecados. Cristo quiere “morir a fin de satisfacer en nuestro lugar a la justicia de Dios, por su propia muerte”, dice Santo Tomás de Aquino en su “Suma Teológica” (IIIa parte, cuestión 66, 4).
La Semana Santa es la Semana de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
La Pasión significa los sufrimientos y la muerte de Cristo en la Cruz. Pasión, Redención, Salvación y vida eterna para nosotros están vinculadas. Sin los sufrimientos, la Cruz y la muerte de Cristo no hay salvación para ti, pecador ingrato.



Cristo acepta ser maltratado, para que tú no lo seas eternamente; Cristo acepta ser flagelado para que tú no seas flagelado por los demonios y el fuego en el infierno.
Cristo acepta gustar la tremenda sed de la crucifixión; acepta gustar la muerte amarga de la Cruz, para que tú no gustes la sed eterna de Felicidad. Cristo acepta ser deshonrado en la Cruz para que tú no seas deshonrado y confundido en el día del Juicio Final.
Y tú, hijo ingrato, ¿qué haces en esos días de la Semana Santa mientras que tu Señor está muriendo en tu lugar para salvarte? ¿Cómo los utilizas? ¿A dónde vas? ¿Por qué los profanas?

Si en esos días tu patrón te dispensa de trabajar porque es Semana Santa, Semana de Luto, Semana de la Muerte del Hijo de Dios; tú deberías saber muy bien que esos días santos no son días de vacaciones, ni de disipación, ni de playa. Son días de penitencia, de oración y de lágrimas.
El Hijo de Dios hecho hombre está luchando contra el demonio y la justicia divina para librarte. Sí, para librarte a ti y a tu familia del más grande peligro que pueda existir: el de la perdición eterna. Sábelo, incúlcalo a tus hijos para que sean agradecidos con su Salvador.

La Sangre que borra tus pecados es la de tu Bienhechor: Nuestro Señor Jesucristo. Es Dios mismo Quien te lo dice: “Sin efusión de sangre no hay remisión de pecados” (Hebreos, 9, 22). Ningún hombre puede conseguir por sí mismo el perdón de sus pecados. Debe buscarlo en otra parte: ¿dónde? en la Sangre del Hijo de Dios que murió en la Cruz el Viernes Santo. San Pablo dice: “En Él, por su Sangre tenemos la redención, el perdón de los pecados...” (Efesios, 1, 7).



Sobre todo no digas que no has pecado y no necesitas del perdón. Si lo dijeras, manifestarías tu gran ceguedad e ignorancia. “Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No hemos pecado», lo hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros” (I San Juan, 1, 8).

El hombre no puede ofrecer sacrificio propiciatorio por sus pecados. Nuestro Señor Jesucristo se hizo propiciación por nuestros pecados. Él se ofrece el Viernes Santo en Sacrificio propiciatorio por ti. Sólo, mediante la Sangre de Cristo, puedes purificarte, puedes liberarte de las cadenas del pecado y de la "tiranía del demonio.
Y en estos días durante los cuales Cristo está en los tormentos de la Cruz para merecerte la salvación, tú, pecador necesitado, tú te vas a la playa, a pasearte, divertirte, quizás a acumular más pecados a los que ya hayas cometido. ¡Despiértate, hermano mío, despiértate de tu letargo! ¡Sé agradecido con tu Bienhechor! ¡Actúa como católico verdadero!



Ve al templo a ver y a escuchar lo que en tu lugar está padeciendo Cristo. Has de saber que la ingratitud atrae el castigo de Dios más bien que su misericordia. No seas, pues, ingrato sino agradecido.
La gratitud cristiana consagra el Triduo Santo para conocer más lo que hizo Nuestro Señor Jesucristo por nosotros e impulsarnos a la penitencia, a la sincera conversión y a la enmienda de nuestra vida tibia y mediocre.



El Jueves Santo es el día en que el Señor Jesús antes de ir a su Pasión te dejó el Memorial de su Muerte. Para aplicar los frutos de su Pasión a tu alma, instituyó el Sacramento de su Amor que es la Sagrada Eucaristía y el Sacerdocio para consagrarla. Él dijo: “haced esto en memoria mía”, para recordarnos lo que padeció por puro amor hacia los ingratos que somos; para comunicar a nuestras almas la santidad y el remedio contra el pecado mediante la digna recepción de su Cuerpo.
Y ¡tú irías a divertirle en ese día! No sabes que Cristo dijo: “El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene la Vida Eterna y Yo le resucitaré el último día. Porque mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. El que come mi Carne y bebe mi Sangre esta en Mí y Yo en él” (San Juan 6, 54-56). Y tú que pretendes ser discípulo de Cristo ¿por qué te privas del Pan celestial que sana, purifica, santifica y pacifica tu alma y tu hogar? Si por tu culpa no aprovechas del remedio que Cristo te ofrece ¿por qué te quejas de tener problemas en tu vida, fami¬lia y trabajo?

El Viernes Santo es para que grites con y en la Iglesia misericordia para ti mismo y para todo el género humano. El Viernes Santo es para que participes en las exequias de Cristo, escuchando el Evangelio de la Pasión y las Siete Palabras que son las últimas recomendaciones de Cristo, Nuestro Redentor.
Aprovecha el Viernes Santo para confesar con lágrimas tus iniquidades, lavar tu alma de la lepra del pecado con la Sangre de Cristo, participar en la Pasión de tu Salvador, para tener parte con Él en su victoria.
El Viernes Santo, sufrió Cristo para merecerte el ser librado del pecado que es el más horrible cáncer que pueda existir, y del infierno, que es la más grande de las desgracias.

Y tú ¿irías de vacaciones con tantos otros neo-paganos quizás para matarte en el camino de la ingratitud? El Viernes Santo es para que hagas el Vía Crucis, medites lo que padeció por ti tu Señor, para darte cuenta de lo que merece el pecado.
Lee los últimos capítulos de San Mateo, Marcos, Lucas y Juan, o ve la Pasión de Mel Gibson para que te des cuenta del precio que Cristo pagó para librarte del poder del pecado y del demonio y hacerte hijo de Dios. El Viernes Santo es día de ayuno y penitencia, silencio y lágrimas y no día de playa y placeres.
El Sábado Santo es día de Luto. Hombres y mujeres deberían vestirse con ropa de luto para acompañar a la Santísima Madre de los Dolores. El Sábado Santo debería servir para meditar con espanto lo que merece el pecado, porque si al Justo que cargó con nuestros crímenes así se lo castiga, ¿que será del culpable si muere con su pecado?
En resumen, hermano mío, escucha a Dios mismo que dice a cada uno de nosotros: “No tardes en convertirte al Señor, ni lo difieras de un día para otro; porque de repente sobreviene su ira, y en el día de venganza acabará contigo” (Eclesiástico, 5, 8.).
Aprovecha la Semana Santa para convertirte al Señor, porque la sincera conversión y el verdadero arrepentimiento aseguran el Perdón de los pecados; dan la Paz al alma y, al fin, la Vida Eterna.



Tomado del boletín dominical “Fides” Nº 900, año 2010.

http://statveritasblog.blogspot.com/2011/04/la-semana-santa-semana-de-vacaciones-o.html

miércoles, 6 de abril de 2011

El Juicio Particular y el Juicio Universal

El Juicio Particular o Juicio del Alma
Al morir, tendremos un Juicio Particular. En este juicio nos encontraremos ante Jesucristo y ante nuestra vida: todos nuestros actos, palabras, pensamientos y omisiones quedarán al descubierto.

Suena dramático, pero es real. Si nos encontramos en gracia de Dios, nuestra eternidad feliz empezará en ese momento. Si morimos en una actitud de rechazo total y voluntario a Dios, en pecado mortal, entonces empezará para nosotros el castigo eterno, el infierno.

La muerte pone fin a la vida temporal del hombre. Pone fin también al tiempo que Dios nos da para decidirnos a la aceptación o al rechazo de la gracia divina otorgada en Cristo (Tim 1.9 - 1.10).
Dios es Juez supremo, aquel que crea en Jesucristo no puede negar la existencia del juicio de Dios.

Algunos protestan contra el juicio de Dios, reniegan de Dios acusándolo de ser juez. Se trata de una antigua tentación. Nuestros primeros padres comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal, queriendo hacerse ellos mismos los jueces supremos sobre la moral.



Juicio Universal o Juicio Final

El Juicio Final lo tendremos al final de los tiempos, cuando Jesús vuelva a venir glorioso a la Tierra. En él, todos los hombres seremos juzgados de acuerdo a nuestra fe y a nuestras obras.

La resurrección de todos los muertos, “de los justos y de los pecadores”, precederá al Juicio Final. Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación (Juan 5.28 - 5.29).

En el Evangelio según San Mateo 25.31 - 25. 46: Lo que sucederá ese día, de acuerdo con la narración de Jesucristo, será como un examen de aquello que nos caracteriza como personas humanas: nuestra capacidad de amar. En ese día saldrán a la luz todas nuestras acciones y se verá el amor hacia los demás que pusimos en cada una de ellas. Este amor será el que nos juzgará:

"Venid benditos de mi Padre… porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…"
"Id malditos al fuego eterno… porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber…"

Al fin del mundo Cristo aparece no en figura de siervo. sino en la gloria de la Resurrección y Ascensión. La vuelta de Cristo significa, por tanto, la revelación total del amor divino aparecido en Cristo. Siendo que esta definitiva manifestación de Cristo es a la vez juicio. Cristo viene como juez.
El mundo será juzgado por El al fin de los tiempos. En este juicio final los juicios particulares no serán ni revisados, ni anulados, ni declarados definitivos; desde el primer momento son definitivos. En el juicio final serán confirmados.

Al juicio final están sometidos los malos y los buenos (I Pedro. 4.14 - 4.17).
Pero tiene significación distinta para los pecadores y para los buenos. Para los buenos significa confirmación de su comunidad con Cristo, para los pecadores significa condena y condenación. Para unos es juicio de gracia y de salvación y para otros es juicio de maldición.

Ningún acusador tendrán los buenos (Romanos 8.31 - 8.34; Apocalipsis. 12.10).
San Juan dice en el Apocalipsis que a Satanás se le arrebatan para siempre los plenos poderes que le habían sido concedidos para acusar ante Dios a los "hermanos" a los cristianos mientras duraba la historia. Por ser hijos de Dios son conciudadanos de los santos y domésticos de Dios (Efesios 2. 19). Los elegidos de Dios no tienen por qué preocuparse de que un malvado los denuncie a Dios. San Juan oye el júbilo de los bienaventurados porque se ha puesto fin a las calumniosas acusaciones del diablo. Cuando Cristo venga a juzgar no habrá por qué tener miedo a los delatores. Nadie los acusará. A los ateos, el juicio les acarreará desgracia y condenación, pero para los amigos de Dios será juicio de salvación y de gracia.
En cuanto más se multiplicaron los pecados dentro de la Iglesia, tanto más tuvo que acentuar la Iglesia la seriedad del juicio. Y así empezaron los creyentes a hacerse la angustiosa pregunta: ¿Qué responderé yo, miserable? (Dies Irae)

Nuestro Señor Jesucristo nos aclaró que ni siquiera Él conoce el día ni la hora en que se llevará a cabo el Juicio Final, sino sólo Dios Padre. Así que no debemos dejarnos engañar por personas que pretenden conocer la fecha del fin del mundo. No debemos preocuparnos por intentar conocer esa fecha, sino sólo por estar siempre bien preparados, pues no sabemos en qué momento sucederá.



Finalmente del Catecismo Mayor de San Pio X

127.- Si todos, inmediatamente después de la muerte, hemos de ser juzgados por Jesucristo en el juicio particular, ¿por qué todos hemos de ser juzgados en el juicio universal? - Hemos de ser juzgados todos en el juicio universal por varias razones:
1ª., para gloria de Dios; 2ª., para gloria de Jesucristo; 3ª., para gloria de los Santos; 4ª., para confusión de los malos; 5ª., finalmente, para que el cuerpo tenga con el alma su sentencia de premio o de castigo.
128.- ¿Cómo se manifestará la gloria de Dios en el juicio universal? - En el juicio universal se manifestará la gloria de Dios, porque todos conocerán con cuanta justicia gobierna Dios el mundo, aunque ahora se ven muchas veces afligidos los buenos y en prosperidad los malos.
129.- ¿Cómo se manifestará en el juicio universal la gloria de Jesucristo? - En el juicio universal se manifestará la gloria de Jesucristo porque habiendo sido injustamente condenado por los hombres, aparecerá entonces a la faz de todo el mundo como juez supremo de todos.
130.- ¿Cómo se manifestará la gloria de los Santos en el juicio universal? - En el juicio universal se manifestará la gloria de los Santos porque muchos de ellos, que murieron despreciados de los malos, serán glorificados a la vista de todo el mundo.
131.- ¿Cuál será en el juicio universal la confusión de los malos? - En el juicio universal será grandísima la confusión de los malos, mayormente la de aquellos que oprimieron a los justos o procuraron en vida ser estimados como hombres buenos y virtuosos, al ver descubiertos a todo el mundo los pecados que cometieron, aun los más secretos.

Fuentes:


http://es.catholic.net/conocetufe/424/903/articulo.php?id=1574
http://www.corazones.org/diccionario/juicio_alma.htm
http://www.mercaba.org/FICHAS/ESCATO/juicio_final.htm
CATECISMO MAYOR DE SAN PIO X